2 Congreso Internacional Docentes Noveles

II Congreso Internacional
sobre profesorado
principiante e inserción
profesional a la docencia
El acompañamiento a los docentes noveles:
prácticas y concepciones
Buenos Aires, del 24 al 26 de febrero de 2010
II Congreso Internacional sobre profesorado principiante e inserción profesional a la docencia
Cemborain, Carolina 1
Eje temático 6: El acompañamiento a noveles como política nacional de formación
docente en Argentina.
REPORTES DE EXPERIENCIAS
VOCES DE LOS NOVELES. MI PRIMER GRAN AMOR
Cemborain, Carolina
Escuela Normal Superior N10
Posadas – Misiones
Palabras clave: problemas – necesidades – profesores – noveles – secundaria
Me llamo Carolina Cemborain, soy docente novel. Actualmente, tengo una
antigüedad de tres años como maestra de grado en la educación primaria y participé del
Proyecto de Acompañamiento a Docentes Noveles en su Primera Inserción Laboral
desarrollado por los profesores del Instituto Superior de Formación Docente de la Escuela
Normal Superior N10 de la ciudad de Posadas, Capital de la Provincia de Misiones. Soy
egresada de ese Instituto de Formación Docente donde finalicé mis estudios en el año
2006 y obtuve el título de Profesora para el Primer y Segundo Ciclo de la Educación
General Básica. Realicé mis prácticas pedagógicas de observación y ensayo en distintas
escuelas de la ciudad.
Comencé a trabajar en año 2007 en la Escuela Provincial Nº 106 “John F.
Kennedy”. Al llegar, para hacerme cargo de mi primer grupo de alumnos como docente
titulada, los directivos y colegas me recibieron muy cálidamente lo que me posibilitó
sentirme segura y contenida en el rol que me tocaba desempeñar. Los temores y las
ansiedades disminuyeron pues tuve la experiencia de haber realizado mis prácticas y
residencia docente en esa Institución.
Para ubicarlos en el contexto, cabe aclarar que me desempeño como docente en
la Escuela Nº 106 “John F. Kennedy” que se encuentra situada en la Avenida Lavalle casi
Almirante Brown de la Ciudad de Posadas, Misiones.
Dado el entorno en que se encuentra la misma, que si bien no está situada en la
periferia, se hallan muy cercanas a ella, villas de donde provienen los alumnos. Así como
también, asisten niños de barrios de relocalizados que se encuentran alejados de ésta
pero concurren debido a la oferta educativa que ella posee ya que los niños tienen, pese
a ser una escuela pública, áreas como: Inglés desde Nivel Inicial, Computación, Folklore,
entre otras.
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Los niños que asisten son de clase media – baja y baja todo en el turno de la
tarde. Provienen de familias numerosas, con padres y en muchos casos madres
ausentes. Algunos conviven con parientes como ser abuelos, tíos o hermanos mayores.
En consecuencia, la escuela tiene un sin fin de desafíos, probablemente, el más
conmovedor sea el del encuentro con una realidad que es al mismo tiempo cruda y
compleja.
Es muy interesante lo que me sucedió en mis inicios a la docencia porque volví,
como ya lo expresé, a la Escuela donde me desempeñé como residente.
El contacto con los niños fue muy grato. ¡Qué sorpresa se llevaron al verme
esperándolos en la formación!¡No lo podían creer! El año anterior nos habíamos conocido
compartiendo juegos en los recreos.
Ese año fue todo nuevo pero sin sobresaltos ya que me sentía como “pez en el
agua”.
Al siguiente año, hasta inclusive el primer día de clases, estuve sin saber qué
grado me correspondería. Muy ansiosa, me presenté con mi guardapolvo impecable y
llena de dudas. Hasta que la directora, luego de la bienvenida, presentó a los padres y
alumnos a los docentes que estaríamos a cargo de cada grado. Comenzó por séptimo y,
así, continuó: sexto, quinto, cuarto, (y no me nombraba) tercero, segundo y llegamos a
primero. Y allí, me presentó. Me sentía confundida. No sabía qué hacer. Tropecé con
miles de interrogantes: “¡¿qué hago?!” “¡¿Por dónde comienzo?! Al ver sus caritas de
susto me sentí reflejada, pero pensé que debía darles seguridad. Y me situé en el papel
de la súper maestra.
Como docente, me preocupa y afecta la imposibilidad que tienen éstos de acceder
a distintas oportunidades o recursos. No comparto el pensamiento de que si el niño asiste
a una escuela pública no pueda poseer el material de lectura actualizado o realizar
ciertos paseos que, fácilmente, se realizan en otras instituciones. Todo lo contrario,
insisto para que la modalidad de trabajo, así como también la exigencia con el material de
estudio, y los contenidos a desarrollar, se lleven a cabo.
Entiendo que la relación docente-alumno está mediada por la presencia de los
padres de los niños pero, actualmente, las familias depositan en los docentes
expectativas que ellas no pueden cumplir. Es por eso que dialogo mucho con ellos y les
consulto a la hora de tomar dediciones e intento, ya que tengo padres muy jóvenes,
hacerlos responsables de las mismas.
Por citar un ejemplo, este año decidimos utilizar el último libro que salió a la venta.
La mayoría de los padres no lo podía comprar, así que, les propuse realizar una rifa para
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acceder al mismo. Se entusiasmaron con la propuesta. Todos colaboramos y, al mes,
cada uno de los niños obtuvo su libro.
Cuando los directivos de la escuela me comunicaron del curso de
Acompañamiento a Docentes Noveles acepté con el pensamiento de que sería igual que
los demás, con un expositor al frente, exponiendo y repitiendo lo escrito en un Power
Point.
Fue así que, asistí al primer encuentro, para ser sincera, sin demasiadas
expectativas. Al encontrarme con varios colegas que sentían lo mismo que yo, pensaban
y les ocurrían cosas semejantes, me sentí totalmente identificada y sumamente
acompañada por los docentes.
En cada encuentro consensuamos entre nosotros, redefinimos conceptos,
reconstruimos conocimientos y afianzamos lo aprendido.
Tomé la decisión de ser docente porque tengo la convicción de que podemos
cambiar la historia. Estos niños son capaces de pensar por sí mismos, pueden hacerlo ya
que son el futuro de nuestro país. Parece un discurso político pero a lo que hago, le
pongo el cuerpo y el alma y sé que sin pasión no podremos llevar a cabo esta difícil tarea.
Vale la pena hacerlo porque este trabajo va más allá de las paredes de la escuela. Hay
que volver a EDUCAR, no, simplemente, ENSEÑAR contenidos uno tras otro. En la
mayoría de los casos, el niño aprende solamente en la escuela: a comer, a sentarse bien,
a expresarse, a convivir con otros, ya que al residir con padres ausentes no tienen de
quiénes aprender.
En mis tiempos, pese a no existir un abismo generacional, la primera educación
nos brindaban nuestros padres, aprendíamos en casa. Hoy, en varios de los hogares de
estos niños, no existe el respeto, ni las buenas costumbres forman parte de estas familias
que adoptan constantemente rutinas que son contrarias a las que mantienen sus niños en
la escuela, familias que no ayudan a que sus niños logren progresar.
Al ver mis alumnos, con hambre, sucios, golpeados, a veces, abusados, llorando
sin consuelo porque han sido partícipes en sus hogares de situaciones que nadie las
puede imaginar, me replanteo si estoy preparada para eso. En especial los días que llego
a casa llorando desconsoladamente luego de haber estado toda la tarde escuchando sus
tristes historias. Desde mi posición trato de aconsejarlos de la mejor manera e intento
encontrarle solución a sus problemas diariamente.
Al encontrarme ya hace dos años con el mismo grupo, (vengo con ellos desde
primer grado) nos tenemos tanta confianza que en reiteradas oportunidades fui oyente de
sus historias.
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En el profesorado nos preparan muy bien, en teoría, pero estas historias,
únicamente, en la práctica, propiamente dicha, se pueden vivenciar.
De acuerdo al grupo de niños que tengo me propongo la ardua tarea de buscar
estrategias que les puedan ayudar a la hora de aprender ya que, al estar viviendo
situaciones complejas en sus hogares, muchas veces, no se pueden concentrar. Es por
eso que, cambié los procesos de enseñanza para que incidan en sus resultados y
repercutan en el rendimiento escolar de los chicos.
Cada día es un gran desafío lleno de certezas, porque quiero que aprendan y sé
que pueden hacerlo y, a la vez, colmado de incertidumbres porque no sé con qué
historias pueden presentarse al llegar desde sus hogares.
Es así que planifico secuencias que abarcan todo tipo de inteligencias. Tengo en
cuenta a la hora de hacerlo las inteligencias múltiples, como sabrán, implican distintos
desarrollos cognitivos.
A mí me resulta novedoso e interesante poder combinar estrategias en el aula.
Debido a las inquietudes que se planteaban en los encuentros de noveles, y al
compartir experiencias con los colegas, supe que era el momento de fortalecer
conocimientos. Debía aprovechar la oportunidad, nutrirme de experiencias y encontrar un
modo diferente de llegar a los niños, ya que, debido al entorno en que están inmersos,
con una simple clase, una clase tradicional, los conocimientos no se hacían presentes o
meramente no eran significativos para ellos.
Es por eso que siempre celebro sus éxitos, les doy oportunidades cuando se
equivocan e insisto en que de los errores también aprendemos.
Al ingresar a la escuela, todos mis problemas personales quedan atrás y me
transformo, simplemente en “la mae Caro, de 2do B”. Siempre, ansiosa, esperando ver a
lo chiquitos entrar al largo pasillo para ir hacia mi encuentro. Todos, con los brazos
abiertos, nos llenamos de besos y abrazos como si no nos viéramos hace una eternidad
(en realidad fue ayer que compartimos la tarde juntos.)
En base a lo expuesto, relataré una experiencia realizada.
Ese día se encontraban inquietísimos como todos los JUEVES porque tenían
Ciencias Naturales y… ¡les encanta!
Ya en el aula, muchos de los niños no contenían la ansiedad y preguntaban:
– “¿qué vamos a hacer hoy?” Yo mantenía el suspenso y saqué del armario el
títere de la vaca Huaca y el quipo de música diciéndoles que escuchen con mucha
atención.
Siempre y cuando me sea posible, utilizo recursos como títeres, pelucas,
disfraces, sombreros, música y mi voz, por supuesto.
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En el momento que comenzó a sonar la canción de Hi 5 “hay animales”, la
mayoría de los alumnos la cantaba. Las nenas con más motivación ¡“hay animales dentro
de mí, déjenlos libres, libres al fin…!,”. Los niños con vergüenza al principio pero,
entusiasmadísimos al final.
Luego, preguntamos (con el títere de la vaca) acerca del argumento de la canción.
Al unísono contestaron: – “¡animales! Y, así, fuimos preguntando sobre lo que decía la
misma e indagando en sus ideas previas (que eran muchas).
Les mostré y entregué algunos juguetes de animales, todos amigos de la vaca por
supuesto: un tigre, un sapo, un mono, una serpiente y un tiburón. Mientras estaban en
contacto con los mismos, pregunté si los conocían, me comentaron sobre el lugar donde
viven éstos. Hablamos acerca de sus extremidades, para qué les sirven y de cómo se
desplazan los mismos.
Despedimos a Huaca y, seguidamente, les enseñé libros y láminas con
ilustraciones de distintas especies de animales. Uno de los niños pidió para leer en voz
alta el contenido de la lámina y así lo hizo.
Se llevaron a cabo, en el pizarrón, diferentes actividades de las que participaron
con entusiasmo todos y cada uno de ellos.
Seguidamente, lo efectuado se registró en los cuadernos.
Cuando finalizaron sus actividades, sin que ellos supieran de qué se trataba,
coloqué en el banco de cada uno, una máscara boca abajo con la imagen de un animal.
Una vez finalizada la entrega, dije que, a la cuenta de tres, dieran vuelta lo que les había
entregado. No se imaginan la caras de sorpresa, asombro, alegría y un sin fin de
emociones juntas que es difícil de explicar pero ¡qué felicidad haber sido espectadora de
las mismas!
Luego invité a que mostraran, de a uno, el animal que tenían en sus máscaras y
que comenten a sus compañeros dónde pensaban que vivía ese animal, cuáles eran las
extremidades del mismo y cómo se desplazaba.
Al finalizar la exposición pintaron las máscaras, se las colocaron, inclusive yo, me
puse una.
Y para cerrar la clase e irnos felices al recreo cantamos y bailamos, cada uno
personificando su animal, la canción con la que comenzamos la clase.
Al volver del recreo, agotada, Glenda me dijo: – “mae, hoy jugamos mucho, nos
divertimos, pero también aprendimos”.
Me dio un beso, un abrazo y se fue a sentar para continuar…
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Para ser sincera, no me imagino haciendo otra cosa que EDUCAR. Esta noble
tarea, tan cuestionada y vapuleada, a veces, a mí me hace crecer, día a día, y creer en
un futuro mejor.
Hoy puedo decir que soy feliz. “¡He encontrado a mi gran amor!”.